jueves, 17 de diciembre de 2015

Nos quemamos

Recuerdo la primera vez que me miraste.
Era invierno, hacía frío. Algo que siempre hubo entre nosotros.
Frío ardiente, calor helado, siempre ha sido así.

Tomábamos café para darnos calor y apurábamos hasta los posos. No queríamos sentirnos abandonados. Éramos solitarios acompañados buscando el fuego entre tanta nieve.

Y casi morimos en la hoguera.
Nos quemamos por juntarnos, por ser brujos de la noche, por causar problemas.
 
Nos quemamos por querer consumirnos, por nuestras ansias de no morir congelados  y al final, acabamos siendo cenizas que se quedaron en el cenicero de algún bar.

miércoles, 9 de diciembre de 2015

Ícaro

Están gritando. Los oigo a todos. Están gritando mi nombre.
La voces de hombres, mujeres y niños ensordecen mis pensamientos.
Pronuncian mi nombre en sus mundanas bocas pidiendo mi muerte, claman por mi sangre.
Oh, no son más que vendidos.

Miro la multitud, escrutando sus caras, y lo veo ahí, callado, sin pronunciar ni una sola palabra en mi favor. Su semblante es triste, está apenado, pero se queda inmovil entre la masa.
El amor me ha traido hasta aquí y por amor voy a morir.

Soy Ícaro, volé hacia ti como una ciega, tu calor sanó mis heridas y tu fuego calentó mi helado cuerpo. Pero cuando pude reaccionar ya me estabas abrasando.
Quise estar cerca y me quemé.
Todo fue una ilusión. 

Ahora me doy cuenta de que tu calor, me enfrió.
Tu luz, me dejó sumida en la mayor oscuridad.
Tus silencios me hicieron hablar, y tus gritos callar.
Ya no hay más que hacer, he perdido.

Las voces siguen gritando. Llega el primer impacto y el dolor me desgarra el pecho. Ya no hay multitud, ya solo estas tu, tu y tu espada que cercena mi cuello.
Tu amor me ha traido hasta aquí y por tu amor he de morir.

Solo un café

Me dueles tanto en el alma, que hasta al respirar me afecta. No puedo pestañear sin sentir dolor. Es un horror.
Todo por tu culpa, por tu avaricia, por tu sed de más y tus ganas de tenerme. 

Pero también ha sido culpa mía, por mi ingenuidad, mis ilusiones, y la esperanza de que fueses únicamente mio.
Al final, siempre ocurre igual: la que termina rota soy yo, hecha añicos, esparcida como un puto vaso de cristal en el suelo.
Luego se preguntaran porque hiero.

Una parte dice sí.
Sí a sentir, a probar, a lanzarme al vacío, a que me hagas reír y a que consigas calmarme. Sí a experimentar, a acompañarte y que me acompañes. Un sí a chillar tu nombre cuando me lleves al enfado extremo o al éxtasis supremo.
Sí a vivir enganchada a tu mano, y a tener derecho a regañarte. A contar los lunares de tu cuerpo y pintar sobre el lienzo de tu espalda.

Pero mi otra parte dice no. No al sufrimiento, no a tu forma de actuar, no a que entres en cólera conmigo o a exponerme ante ti. Es un no a tu actitud, a tu sentido del compromiso. No a que rompas mi corazón ajado, al que ya le faltan piezas. No a ser solo otra más en tu balda de trofeos.

Y no se que pesa más, si el bien o el mal. Si tus palabras o tus miradas, ya no se que pensar. 

Me pides que tenga en cuenta tus emociones, pero, ¿te has preocupado tu de las mías?
Prefiero no saber la respuesta, porque como siempre, terminaré siendo la misma tonta e ingenua, incapaz de ver el mal a su alrededor. Incluso cuando el lobo esta en mi cama, o cuando noto el cañon de tu revólver en mi nuca. 

Se que vas a acabar conmigo, vas a usarme y después de colgar mis bragas en tu pared del honor, me tirarás como si fuese una servilleta, que al fin y al cabo, en tu metáfora lo soy. 

Pero aunque me vas a destrozar siento deseos de mirar mas allá de tu fachada, de curarte las heridas que no justifican tu actitud, de verte dormir con cara de ángel, y de que me susurres al oído las palabras groseras, que me toques con tus brazos y apartes el pelo de mi cara, mientras yo enredo mis dedos en el tuyo. 

¿Pero merecerá la pena sufrir por vivir? Porque, no lo niegues, se lo que soy y por mucho que digas que no, también lo sabes.

Solo soy solo un café más de tus mañanas.