La vi marchar, corriendo bajo la lluvia, huyendo del monstruo en que me había convertido. Se paró un momento y se giró.
Miró hacia la ventana a la que estaba asomado yo. La ventana de nuestra casa, la del hogar donde construiríamos nuestra vida, donde haríamos realidad nuestros sueños.
La casa donde veríamos crecer a nuestros niños. El mayor tendría mi mata de pelo negro, alborotado y la pequeña tendría sus ojos.
Se volvió a girar y continuó corriendo hasta que desapareció entre la gente.
Me hubiera gustado decir que no se porque huyó de mi, pero no sería verdad, me habría engañado a mi mismo.
Al final ella tenia razón, acabé creando otras verdades.Terminé creyendo mis mentiras.
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